El actual presidente de COAMED (Colombo American Medical Asociation), se ha convertido en un ángel para innumerables niños que padecen de alguna enfermedad y no cuentan con los recursos para tratarla.
Este colombiano, salió de su país natal para estudiar medicina en Santiago de Compostela, España, donde el destino lo unió con el amor de su vida, juntos formaron una familia con un sólido linaje médico: su esposa es pediatra como él, su hijo mayor se especializó en urología y el menor en ortopedia. La filantropía corre por sus venas, como se evidencia en la huella que han dejado a través de diversas iniciativas. No solo han transformado la vida de sus pequeños pacientes, sino también la de sus familias, brindándoles una segunda oportunidad y alivio económico inalcanzables de otro modo.
Háblenos de su trayectoria. ¿Cómo termina ayudando a la comunidad latina?
Hace una década, desde la fundación de COAMED, dimos los primeros pasos llevando siete incubadoras en un contenedor de 40 pies a la isla de San Andrés y Providencia, en Colombia. Esta región enfrentaba una alarmante tasa de mortalidad infantil prematura del 90%. Nuestros esfuerzos lograron un impacto significativo al reducir drásticamente este índice, lo cual fue una profunda satisfacción personal. A medida que avanzábamos, extendimos nuestras acciones a otras ciudades, colaborando con una fundación aliada, Pequeño Corazón, que brinda atención y costea operaciones para niños con cardiopatías congénitas, evitando el avance fatal de sus condiciones. Nuestra labor también se extendió a colaboraciones con Global Mission en Orlando, donde cirujanos viajaron a Barranquilla, Colombia, para operar niños con labio leporino. Podría mencionar numerosos casos que reflejan las necesidades que enfrentamos.
¿Cuáles han sido sus mayores satisfacciones?
Podría mencionar muchos casos, pero la más representativa ha sido San Andrés y Providencia. Es increíble cómo puedes cambiar la vida de tantas familias con tus acciones.
Ha sido reconocido con varios premios por su invaluable labor. ¿Podría mencionar algunos de ellos? A lo largo de mi compromiso con COAMED, he sido honrado con diversos premios. Entre los más destacados, fui designado como el “Colombiano Estrella” en el consulado de Colombia. El Senado de la República de Colombia me otorgó la Cruz de Boyacá, una condecoración de gran distinción reservada para aquellos nacionales y extranjeros que han servido a la Patria de manera ejemplar. Pero en realidad, uno no hace esto por los premios, la satisfacción del deber cumplido es algo indescriptible y ese es mi mayor premio.
¿Qué viene ahora? ¿Cuáles son metas con relación a esta comunidad?
Tengo un sueño, un proyecto que quiero desarrollar antes de morir: establecer una red de hospitales en 20 países de Latinoamérica. Estos centros se dedicarán a la investigación y tratamiento de enfermedades en niños de bajos recursos, eliminando la preocupación financiera para las familias. Inicié este proceso hace unos años enviando propuestas a líderes de cada país, aunque no ha sido sencillo. El propósito es que estos hospitales sin fines de lucro se mantengan a través del apoyo del gobierno estadounidense y, con la guía de COAMED, obtengan donaciones y organicen eventos benéficos y programas sociales para recaudar fondos.
Además de abordar las enfermedades, estos hospitales se convertirían en centros de investigación. Así, mediante la colaboración con instituciones médicas y académicas, recibirían financiamiento tanto del gobierno estadounidense como de subvenciones de investigación y donaciones de fundaciones y organizaciones. Mi visión ya ha recibido aceptación en algunos países, como El Salvador, Colombia, Honduras y Puerto Rico. Esto es una causa noble y necesaria. En la unidad está la fuerza, pero la rueda debe moverse y empezar a girar.