La mujer que abrió las puertas de New York al mundo de la moda
La Met Gala, se ha convertido a través de los años en la más exclusiva del mundo, el evento más esperado de la industria de la moda, gracias a sus anfitriones, invitados y los elegantes y extravagantes atuendos que cambian año tras año según la temática a tratar. Su finalidad es recaudar fondos para la exposición anual del Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte.
Este evento, que posicionó a New York como una de las capitales de la moda, fue uno de los tantos legados que dejó Eleanor Lambert, famosa publicista, que, a lo largo de sus cien años de vida, se dio a conocer mundialmente por su incomparable estilo y elegancia, sus turbantes de reconocidas marcas y su habilidad como relacionista pública del más alto nivel.
Estudió arte en el estado de Indianápolis, después vivió por un breve periodo en Illinois para mudarse a Nueva York, donde conoció a Seymour Berkson, alto ejecutivo de Hearst Corporation, quien se convirtió en su esposo.
En la década de los 40, “la reina de las Relaciones Públicas” (como comúnmente se le conocía), se dio a la tarea de poner la moda americana a la altura de las grandes pasarelas europeas. Su primer gran acierto fue la creación de la “Best Dress List”, la cual posicionó enviándola a votación de los creativos de los grandes almacenes, agencias más reconocidas y editores de medios relevantes. La lista incluía herederas y esposas de las más grandes fortunas de Estados Unidos, dándole un toque de exclusividad y sofisticación.
En 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, dio a luz al “New York Fashion Week”, como una manera de retar al mundo de la moda, que en ese momento miraba hacia París. Sus habilidades corporativas volcaron los ojos de los medios de comunicación hacia este país americano y los personajes más influyentes de la moda estadounidense.
Tras la muerte de su esposo, llegó otro momento clave de su carrera con la fundación del CFDA (Consejo de Diseñadores de Moda Americana) cuyo objetivo es apoyar el talento emergente.
Su avanzada edad nunca le impidió continuar con su actividad en favor de la moda. Hasta los 99 años mantuvo el control de la “Best Dressed List”, entregando su gestión a Vanity Fair en 2003.
Hoy, 17 años después de su muerte, su recuerdo sigue intacto y su legado pasará de generación en generación.