Se trata de la incapacidad para mantener o lograr una erección lo suficientemente firme para tener relaciones sexuales. En Estados Unidos, aproximadamente 30 millones de hombres padecen esta condición, es decir uno de cada cuatro.
Existe la falsa creencia que la DE es una consecuencia inevitable del envejecimiento, cuando en la mayoría de los casos hay alternativas para superarla.
¿Cuál es su causa?
Contario a lo que se pensaba hace unos años, se relacionaba la causa a una condición mental, hoy día se le atribuye a un problema o trastorno físico, como lesiones neurológicas, presión alta, diabetes, cirugías de próstata, uso de sustancias psicotrópicas (tabaco, drogas o alcohol) o cierto tipo de medicamentos. Una vez se identifica la razón, se lleva a cabo un tratamiento adecuado que le permita regresar a una vida sexual satisfactoria.
La DE también puede ser una señal de enfermedades cardiovasculares, la pérdida de la rigidez en la erección es un indicio temprano de disfusión endotelial. En este caso, las arterias del pene se ven afectadas, lo que podría indicar que otras áreas de cuerpo también están corriendo con la misma suerte y debe acudir a su médico de manera inmediata.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Enfermedades crónicas como la presión alta, diabetes, depresión y enfermedades cardiovasculares tienen un alto factor de riesgo. Así mismo, cierto tipo de medicamentos producen como efecto secundario la DE, entre ellos aquellos utilizados para el corazón o antidepresivos. Los hombres que consumen tabaco o alcohol tienen el doble de posibilidades de presentar esta condición.
¿Cuáles son sus tratamientos?
Lo primero es identificar las posibles causas. A mis pacientes siempre les recomiendo ejercicios cardiovasculares, bajar de peso y una dieta saludable. Si el daño es irreversible es preciso iniciar con un tratamiento especial.
Usualmente se inicia con farmacoterapia, y es aquí donde se incluyen las famosas pastillas azules, las hay de cuatro tipos y dos de ellas son genéricas. Estas pastillas permiten una erección cuando ocurre una estimulación sexual, sin embargo, en el 30% de los casos no son efectivas. Deben tomarse con el estómago vacío entre media hora y una hora antes de la actividad sexual. Entre sus efectos secundarios se encuentran: dolor de cabeza, rubor facial, malestar estomacal, dolor de espalda o efectos visuales temporales.
Otro tratamiento son las inyecciones peneanas o intracavernosas. La erección se manifiesta entre 5 a 20 minutos después de su aplicación, sin embargo, existe el riesgo de que ocurra una erección prolongada no deseada (mayor a cuatro horas), sangrado o dolor en el área de la inyección y curvaturas del pene.
Dependiendo de las causas, a mis pacientes les recomiendo utilizar un dispositivo de vacío conocido en inglés como “vacuum device”, como terapia para promocionar el flujo sanguíneo hacia el pene.
Para aquellos pacientes a los que ninguno de los tratamientos anteriores les ha dado resultados o no desean continuar dependiendo de medicamentos, pueden considerar una prótesis peneana o “la bombita”, es fácil de usar, se desinfla en un solo paso y queda totalmente oculta dentro del cuerpo. Es importante aclarar que no es una erección natural y por lo tanto no se siente igual que antes de tener la DE.
La implantación de una prótesis peniana requiere de cirugía y como tal puede presentar complicaciones como infecciones, erosión del implante a través del tejido del pene, dolor crónico o mal funcionamiento del dispositivo entre otros. Es importante que el paciente entienda que una vez se pone una prótesis, el tejido natura eréctil se pierde, lo que haría imposible una erección natural, inclusive usando inyecciones o pastillas.
Si está interesado, lo más recomendable es consultar con un especialista, que en este caso es un urólogo, la viabilidad del tratamiento y preguntar a su seguro médico si cubre este tipo de implantes.